El 14 de junio de 1928 nació Ernesto Guevara de la Serna en
la ciudad de Rosario, Argentina. Hijo de Ernesto Guevara Lynch y Celia de la
Serna. Desde niño se crió en un ambiente propicio para un pensamiento crítico.
Su familia era librepensadora, anticlerical, con posiciones de izquierda, sin
militar en partido alguno y ajena a todo tipo de convencionalismos. Cuando
Ernesto cumplió los diez años era un decidido partidario del bando republicano,
en medio de la guerra civil española (1936-1939), como reflejo de las opiniones
familiares y de la visita asidua a su hogar, en Alta Gracia, de exiliados
españoles. Al llegar a la adolescencia ha perfilado una personalidad muy
fuerte, curiosa, rebelde, inconforme ante la realidad social y ávido de
aventuras, deseaba conocer y viajar.
Su afán de conocer lo impulsó a realizar tres viajes que
terminarían por moldear su visión ante la vida y definirían su actuar
posterior. Así, el 1 de enero de 1950 realizó su primer viaje hacia el norte de
Argentina, lo hizo en una bicicleta provista de un pequeño motor italiano marca
Cucchiolo. En seis semanas recorrió doce provincias y unos 4.500 km. Además,
inició una costumbre que mantendría hasta el último día de su vida, escribir un
diario personal, que como una bitácora le permitiera reseñar todas las
incidencias y vivencias que le acontecieran. Estas experiencias también lo
confrontaron con la realidad, al descubrir en toda su crudeza la miseria y con
ello reforzar su posición de rechazo a las oligarquías nacionales y su creciente
antinorteamericanismo.
El 4 de enero de 1952, aconteció su segundo viaje, esta vez
lo hizo en compañía de su amigo Alberto Granado y duraría nueves meses.
Salieron de la Argentina en una vieja moto marca Norton apodada “La Poderosa”,
sin embargo, ya en Chile hubo que dejarla atrás pues no servía. Recorrieron
minas, desiertos, ruinas arqueológicas y ciudades. Tomaron conciencia del poder
desmedido de las transnacionales y su explotación hacia los trabajadores. En
Perú visitaron los leprosarios de Huambo y San Pablo en la Amazonía. En este
último punto se embarcaron en una balsa para seguir el curso del Río Amazonas
hasta el pequeño pueblo de Leticia y de ahí a Bogotá, Caracas y en avión
regresar a Buenos Aires.
Luego de este segundo viaje, Ernesto ha cambiado mucho y
reconoció “que este vagar sin rumbo por nuestra mayúscula América me ha
cambiado más de lo que creí”. Tanto ha cambiado, que el 11 de abril de 1953 al
graduarse de médico, en la Universidad de Buenos Aires, recibió la propuesta,
nada despreciable, de integrase al equipo de trabajo del alergólogo Dr. Pisani
y él la rechazó. Siente que su vida no puede atarse a algo, pues quiere conocer
el mundo.
El 7 de julio de 1953 inició su tercer viaje y, sin saberlo,
el definitivo de su vida, ésta vez acompañado de su amigo Carlos Ferrer. Su
itinerario previsto sería Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela y nuevamente
Argentina. No obstante, los planes del viaje cambiaron a fines de septiembre,
cuando en Guayaquil conoció a otro viajero argentino de nombre Eduardo Paul
(Gualo) García, quien lo convenció de continuar rumbo a Guatemala, para conocer
de cerca el proceso revolucionario que acontecía en ese país bajo el gobierno
de Jacobo Arbenz.
A Costa Rica ingresó el martes 1 de diciembre de 1953, hace
sesenta años, con tan sólo 25 años de edad y como parte de un viaje turístico
que tenía mucho de búsqueda de un camino que le diera rumbo y sentido a su
vida.
Con cinco dólares en el bolsillo cruzó la frontera de Paso
Canoas y luego de agotadoras jornadas a pie, en camiones de carga y ferrocarril
bananero lograron llegar a Golfito. En el puerto conoció de primera mano el
accionar de la compañía bananera y la división en clases que establecieron para
el diario funcionamiento de la empresa. Visitaron el hospital y recorrieron
hasta donde pudieron algunas fincas bananeras para conocer las plantaciones y
las personas que ahí vivían.
En Golfito encontraron a Alfredo Fallas, un residente en la
zona, con quien traban amistad y les ayuda con la comida y hospedaje. Luego les
entregó una carta de presentación para que un amigo suyo de Puntarenas llamado
Juan Calderón Gómez les brindara apoyo para continuar la travesía hacia San
José.
El trayecto de Golfito a Puntarenas lo cubrieron por medio
del servicio de cabotaje, en un barco de la compañía bananera llamado Río
Grande. La travesía en medio de un mar agitado tardó dos días y arribaron al
puerto de Puntarenas al atardecer del segundo día. Una vez en tierra firme
contactaron a Juan Calderón y éste, por ayudarlos, les suministró 21 colones
para los pases del autobús a San José.
En San José buscaron y visitan la embajada de Argentina, ahí
logran que les regalen algo de yerba mate, tan necesaria para los gustos y
costumbres de los habitantes del cono Sur de América. También hacen gestiones
para visitar el Lazareto Las Mercedes ubicado en Tirrases de Curridabat y el
Hospital San Juan de Dios. En estos centros de salud fueron atendidos
cordialmente por los doctores Arturo Romero López y Alfonso Trejos Willis.
Pero el San José al cual llegan Guevara y García es una
capital agitada por la presencia de muchos exiliados del Caribe, que han
encontrado en el gobierno de José Figueres Ferrer (1953-1958) un terreno
propicio para descansar y elaborar conspiraciones con las cuales derrocar a los
gobiernos dictatoriales, que dirigían los destinos de los países de donde
procedían. Además, existía en el centro de la ciudad un café que era un
hervidero de exiliados. Todo el día pasaba lleno y las conversaciones giraban
casi que permanentemente sobre política y futuras revoluciones. Su nombre era la
Soda Palace pero para el argot de los expatriados era “La Internacional”. Allí,
una tarde fortuita, Ernesto contactó e hizo amistad con dos cubanos miembros
del Movimiento 26 de Julio y sobrevivientes de los ataques a los cuarteles
militares del Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Eran Calixto García Martínez
(futuro Comandante de la Revolución) y Severino Rosell González. Ellos le
hablaron de Fidel Castro, de sus ideas y de sus planes, Ernesto escuchó
asombrado sus relatos y les indicó que se dirigía a Guatemala.
Con toda seguridad en este mismo café realizó los contactos
necesarios para entrevistarse con dos políticos de primer nivel, que se
encontraban asilados en Costa Rica. Rómulo Betancourt Bello y Juan Bosch
futuros presidentes de Venezuela y República Dominicana, respectivamente.
Resulta interesante como un muchacho de 25 años, sin ninguna relevancia
política logró ser recibido por estos líderes y departir con ellos sobre
política internacional. Guevara posteriormente describió a Bosch como “un literato
de ideas claras y de tendencia izquierdista. No hablamos de literatura,
simplemente de política”; mientras que de Betancourt expresó “me da la
impresión de ser un político con algunas firmes ideas sociales en la cabeza y
el resto ondeante y torcible para el lado de las mayores ventajas”.
De igual manera intentó conocer al expresidente
costarricense Otilio Ulate Blanco (1949-1953) y al líder comunista Manuel Mora
Valverde. Ulate le manifestó que estaba muy ocupado y no podría recibirlo. Por
el contrario, Manuel Mora accedió a su solicitud y le dio una amplia y
minuciosa explicación sobre la situación política de Costa Rica y los sucesos
militares de 1948. De Mora dirá que le impresionó mucho su personalidad y
convicciones políticas “es un hombre tranquilo, más que eso pausado, pues tiene
una serie de movimientos de tipo tics que indican una gran intranquilidad
interior, un dinamismo frenado por el método”.
Ernesto y Gualo García también se apersonaron al Diario de
Costa Rica, para que el rotativo les publicara un relato de su viaje y
peripecias. El reportaje salió en el periódico del día viernes 11 de diciembre
de 1953 y entre otras cosas apuntaba, que Gualo era un estudiante de derecho y
Ernesto un médico interesado en contactarse con especialistas en la enfermedad
de la lepra. Expresaban que su viaje tenía por finalidad ampliar el ámbito de
su cultura general y estudiar la problemática que afectaba a los países
indoamericanos. Hacían una valoración del proceso de transformación política,
que estaba viviendo en esos momentos Bolivia y finalmente indicaban que
salieron de la Argentina en enero (en realidad fue en julio) y que en un año de
viaje habían ya gastado la suma de mil dólares.
Un día antes de la aparición del reportaje periodístico le
había enviado una carta a su tía Beatriz en Buenos Aires. En ella le contó los
últimos incidentes del viaje y le expresó que “en Guatemala me perfeccionaré y
lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico”. Con ello quiso
dejar claro que el joven Ernesto ha dejado de ser un rebelde sin causa y que
tiene muy claro el norte de su vida. Además, reconoció implícitamente que ha
optado por una visión política y transformadora de la realidad social.
Para enrumbarse hacia la frontera con Nicaragua tomaron un
autobús que los llevó de San José a Alajuela y de ahí a Liberia viajaron en
autoestop. Su apreciación de Liberia fue el de un “pueblito infame y ventoso”
como los de la provincia de Santiago del Estero. El trayecto de Liberia a Peñas
Blancas lo realizaron con múltiples dificultades, una parte en jeep, otra
caminando, luego en autoestop hasta La Cruz y finalmente después de vadear
varios ríos lograron llegar a la frontera el lunes 21 de diciembre.
El día 24 de diciembre han conseguido entrar a Guatemala,
permaneció en ese país por espacio de diez meses, hasta septiembre de 1954,
cuando después del derrocamiento del presidente constitucional Jacobo Arbenz;
se vio obligado a exiliarse en México. Para aquel momento ya era un
revolucionario convencido, nada más le faltaría reencontrarse con sus amigos
cubanos en la ciudad de México, conocer a Fidel Castro y convertirse en el CHE.
Alberto Granado su amigo de juventud años después diría “los
que gozamos de su amistad y pudimos palpar su capacidad moral e intelectual,
por encima de la media de la humanidad, tenemos que tener presente siempre, que
este gran amigo es sólo un hombre y solamente un hombre y no un ser
mitológico”.
Articulo: Carlos Ml. Zamora Hernández Correo: cmzh08@yahoo.es
Fuente: Diario Extra (2013) http://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/219722/hace-60-anos-el-che-visito-costa-rica
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