lunes, 24 de abril de 2017

Prontuario de la Carta Democrática



1 El 11 de septiembre de 2001, por uno de esos errores en los que tanto incurre nuestra diplomacia, Venezuela suscribe en Lima la llamada Carta Democrática de la OEA. No nos cansaremos de insistir en que ni en las páginas web de dicha organización ni en sus compilaciones de normas impresas aparece que Estados Unidos y Canadá hayan suscrito dicho documento injerencista. Durante el siglo XX la lucha contra dictaduras había culminado en el desarrollo de movimientos progresistas en Cuba, República Dominicana, Nicaragua y El Salvador. Estados Unidos necesitaba instaurar democracias formales para impedirlo.

2 Árbol que crece torcido, nunca su rama endereza. El día 11 de abril de 2002 el embajador estadounidense Charles Shapiro aparecía en la primera plana de casi todos los diarios venezolanos declarando que Venezuela estaba “fuera de la Carta Democrática de la OEA”. Legitimaba así anticipadamente el golpe de Estado que reventaría horas después, y la subsiguiente dictadura de Carmona, a quien visitó en los días siguientes y contra cuyo despotismo no tomó ninguna medida la OEA. La Carta Democrática se convertía en pretexto para un atentado contra la democracia.

3 Dos días después, el sábado 13 de abril, un periódico de circulación nacional titula en desplegado “Carta Interamericana Democrática fundamenta el gobierno de transición”. Se trata de las declaraciones del doctor Allan Randolph Brewer Carías, quien afirma que “El documento constitutivo de este gobierno transitorio se fundamenta en la Carta Democrática Interamericana, que Venezuela suscribió el 11 de septiembre de 2001 y que constituye un catálogo de lo que debe ser una verdadera democracia en el hemisferio, en el entendido de que el régimen de libertades que se desea no se limita a la realización de elecciones para la designación de las autoridades de los órganos del Poder Público, sino que también postula la necesidad de separación y control de los poderes, el pluralismo político, la probidad y responsabilidad en el ejercicio de los cargos, el respeto al Estado de Derecho y a los derechos y garantías constitucionales, en particular de la libertad de expresión”. La mal llamada Carta Democrática “fundamenta” así una tiranía que destituye todos los cargos de elección popular, disuelve el Poder Legislativo y el Tribunal Supremo de Justicia, deja sin efecto por decreto una Constitución votada por el 71% del electorado y todas las leyes que consagran conquistas sociales, y entroniza un déspota por quien nadie votó por 47 horas que, de no ser por el pueblo, se hubieran prolongado 47 años.

4 Indigno es que organizaciones que nada hicieron contra la dictadura patronal se ensañen contra la democracia; indignarte que países que no suscribieron un instrumento tal lo esgriman contra Venezuela.

Articulo: Luis Britto García
Fuente: Ultimas Noticias

miércoles, 12 de abril de 2017

La violencia será retuiteada



¿Cuántos retuits son necesarios para construir una verdad? ¿Cuánto tiempo en tendencia, minutos de periscope, repetición de videos, memes, fotos, hacen falta para que sea aceptada como cierta? ¿Cuánta distancia existe entre la realidad y esa verdad? ¿La realidad es finalmente esa verdad?

Caracas 08 de febrero, 3pm: según las redes sociales y las agencias de noticias, las calles de la ciudad son una mezcla entre la batalla de Alepo y una insurrección de masas, la policía reprime con furia dictatorial, y un gas de color rojo deja entrever la posibilidad de un ataque químico por parte del régimen. Hay héroes: jóvenes, gente grande, familias, miles que dicen basta, que resisten, están decididos a llegar hasta donde sea necesario para lograr la anhelada y prohibida libertad. Épica libertaria, eso se vive en la capital de Venezuela.

Misma hora, oeste y mayoría de la ciudad: calma absoluta. Sólo el Palacio de Miraflores está más custodiado que de costumbre, y el servicio de metro está cortado. Si no se mira las redes sociales ni las agencias, no sucede nada. Es un sábado cualquiera.

Este de Caracas: el paso está bloqueado por la policía en Plaza Venezuela. El epicentro de violencia es la avenida Libertador: lanzan piedras, arman barricadas, atacan los camiones hidrantes, tienen teléfonos inteligentes último modelo, levantan las manos abiertas para las fotos, arman las poses, retwitean, construyen la épica y la verdad ¿Cuántos son? En total, y en su mejor momento, unos seis mil. Son 200 en algunos focos, en otros se trata de células. No importa: los planos cerrados de fotografía pueden suplantar la masividad -lección número uno al mirar imágenes- y una foto en calle angosta, o con curva, puede construir una inmensidad. ¿Quiénes son?: clases medias altas y altas, la burguesía y sus hijos. Odian a Chávez, a Maduro, desprecian a los pobres y los chavistas. Es la base social de la derecha. Escuálidos, que no es igual a opositores.

Por la noche la avenida y cercanías están cruzada de escombros, palos, alcantarillas levantadas. La dirección de la Magistratura tiene los restos del incendio que hizo la derecha. La misma que dice que fue obra del Gobierno para culparlos a ellos. El resto de Caracas -es decir casi toda la ciudad- tiene la imagen de siempre.

La verdad se construye y se disputa. La derecha dice que es reprimida en las calles. La realidad -vista en el terreno y no a través de las redes- es que al llegar al punto donde se les impide el paso, se activan los grupos de choque organizados, muchos financiados, que inician la confrontación. Algunos fueron detenidos con explosivos. Se le impide el paso al oeste por dos razones principales: evitar el encuentro con la movilización chavista, y que prendan fuego/destrocen instituciones, como lo han hecho en varias oportunidades. La derecha busca el hecho mediático, lo arma y lo difunde a través de sus cuentas y la trama de alianzas comunicacionales nacionales e internacionales.

Necesitan cuatro cosas: mostrarse como víctimas de una dictadura que los castiga y persigue, hacer creer que son un pueblo y no una minoría clasista, instalar esas ideas a nivel mundial para construir una matriz, difundir al interior del país la imagen de una capital caotizada.

La pregunta es: ¿logran esos objetivos? Lo hacen si se construye en el continente, Estados Unidos y Europa -donde arman su correlación de fuerzas- una imagen de confusión extrema donde solo emerjan las ideas de dictadura, violación de derechos humanos y libertad de prensa, y hambre. Para ellos es imprescindible, dependen del frente exterior, lo necesitan y responden a esas demandas. Cada imagen legitima las declaraciones del secretario de la Organización de Estados Americanos, de los presidentes como Mauricio Macri y Michel Temer, de gobiernos europeos que ya piden intervenciones alegando que el tiempo del diálogo terminó, y sobre todo de Estados Unidos.

El día viernes por la tarde el Comando Sur emitió las siguientes declaraciones: “Venezuela se enfrenta a un estado de inestabilidad, debido a la falta de alimentos y medicamentos. La incertidumbre política continúa y hay un deterioro de la situación económica. Esta creciente situación de crisis en Venezuela podría obligar a una respuesta regional inmediata”. Horas antes había lanzado misiles de manera unilateral sobre Siria. El imperialismo existe y su nivel de peligrosidad está en rojo.

No es la primera vez que la derecha monta un escenario como este. El episodio más reciente fue a principios del 2014, con el saldo de 43 muertos, su base social desgastada, quema de edificios públicos, autobuses, ataques a chavistas, uso de francotiradores, asedio a canales de televisión. Es parte de su repertorio de acciones, para decirlo en palabras de sociología. En aquella oportunidad la violencia había terminado por deshacerse, y el mismo Nicolás Maduro había dicho haberse equivocado al subestimar la potencia de daño de la derecha. ¿Esta vez tienen más? ¿O cómo piensan dar el vuelco final?

Su capacidad de movilización es menor que en aquella oportunidad. La base de la derecha descree en gran parte de su propia dirigencia -por excesos de fraudes y disputas intestinas. Podría crecer la adhesión en la medida en que las confrontaciones callejeras logren atraer a las partes más radicalizadas, exclusivamente ricas. Resulta muy improbable que sectores de las clases populares se hagan oído del llamado de violencia de la derecha. Hasta ahora las imágenes son claras: no están presentes. Las semanas siguientes dirán si logran revertir ese problema nodal. Su otra gran ausencia es la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Se han descubierto planes golpistas, desmontado operaciones, y hasta el momento ninguna fracción salió públicamente a la luz. Sin militares y sin barriadas no se quiebra una correlación de fuerzas callejeras en Venezuela.

Por eso el peligro central viene del frente exterior, es decir de Estados Unidos y las herramientas que le responden. Para ellos las fotos, las declaraciones, los retwit, el show mediático. Porque es un show. Peligroso: ya murió un joven. El policía fue arrestado: ¿disparó por orden de un superior, un plan de la derecha para generar muertos -¿cuánto cuesta un disparo de un policía?- o por un error? Río revuelto, eso necesitan. Y trabajar sobre decisiones del Gobierno que puedan darle más fuerza a su estrategia. Como la de inhabilitar a Capriles Radonsky por 15 años: más fuego al fuego. Un desacierto político en este momento.

La derecha planteó su agenda de lucha. Tendrá como día central el 19 de abril, fecha de aniversario de los cuatro años de la asunción de Maduro como presidente. Entre tanto se verá la capacidad de reagrupar, armar el tablero internacional -el gobierno tiene a Rusia como aliado central, y el Vaticano como fuerza que presiona para el diálogo- construir un escenario que permita evitar un desborde de violencia mayor, una intervención extranjera. Horas de desarrollo en Venezuela. El desenlace está por verse.

Articulo: Marco Teruggi
Fuente: Notas Periodismo Popular