viernes, 27 de octubre de 2017

Escenario para servir


Un verdadero líder debe estar dispuesto a servir al pueblo, independientemente de la posición que ocupe. Cuando les pedimos a los ciudadanos que nos honren con su voto, es porque tenemos el ímpetu de utilizar el espacio de poder que nos otorguen, para construir, para dirigir procesos que –en nuestro caso– den frutos de felicidad colectiva, de bienestar y de justicia. Para crear lo bueno y noble. Para hacer Patria soberana. Si no ganamos ese ámbito específico de poder, siempre habrá una multiplicidad de escenarios para el servicio al colectivo desde la vocación del liderazgo.

También la coherencia debe ser una condición fundamental para todo el que aspire a ser un líder. Reflexionar antes de tomar decisiones, de anunciarlas y de ejecutarlas, porque la coherencia es el indicador de cuán profundas y verdaderas son nuestras convicciones y principios.

Venezuela tiene una Constitución que es producto del primer viraje hacia un Estado centrado en el bienestar social, en la soberanía y en la justicia. Esa misma Carta Magna nos dio la herramienta de elegir una Asamblea Constituyente cuando se considerase necesario, para emprender nuevos cambios fundamentales. Esa Asamblea Nacional Constituyente es la máxima instancia política, y como tal debe ser reconocida.

Hay tareas perentorias, como la superación del modelo monoexportador petrolero, para construir una economía diversificada, que proporcione la prosperidad y la independencia que merece el país: la guerra económica se vence con productividad, disciplina, trabajo y unidad.

En este contexto de principios y circunstancias, reafirmamos nuestro compromiso con el Zulia: en esta geografía prodigiosa de estuario, montañas y llanuras, quedé prendido hace más de treinta y seis años, como habitante de la Cuenca del Lago. La labor reciente de casi un lustro, con sus aciertos y errores, debe profundizarse y continuarse, con el apoyo del presidente Nicolás Maduro, para que dé los frutos que merece esta gente noble del occidente, donde nació el nombre de Venezuela.


Articulo: Francisco Arias Cardenas
Fuente: El Universal

jueves, 12 de octubre de 2017

Crónicas del Che en Costa Rica


El 14 de junio de 1928 nació Ernesto Guevara de la Serna en la ciudad de Rosario, Argentina. Hijo de Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna. Desde niño se crió en un ambiente propicio para un pensamiento crítico. Su familia era librepensadora, anticlerical, con posiciones de izquierda, sin militar en partido alguno y ajena a todo tipo de convencionalismos. Cuando Ernesto cumplió los diez años era un decidido partidario del bando republicano, en medio de la guerra civil española (1936-1939), como reflejo de las opiniones familiares y de la visita asidua a su hogar, en Alta Gracia, de exiliados españoles. Al llegar a la adolescencia ha perfilado una personalidad muy fuerte, curiosa, rebelde, inconforme ante la realidad social y ávido de aventuras, deseaba conocer y viajar.

Su afán de conocer lo impulsó a realizar tres viajes que terminarían por moldear su visión ante la vida y definirían su actuar posterior. Así, el 1 de enero de 1950 realizó su primer viaje hacia el norte de Argentina, lo hizo en una bicicleta provista de un pequeño motor italiano marca Cucchiolo. En seis semanas recorrió doce provincias y unos 4.500 km. Además, inició una costumbre que mantendría hasta el último día de su vida, escribir un diario personal, que como una bitácora le permitiera reseñar todas las incidencias y vivencias que le acontecieran. Estas experiencias también lo confrontaron con la realidad, al descubrir en toda su crudeza la miseria y con ello reforzar su posición de rechazo a las oligarquías nacionales y su creciente antinorteamericanismo.

El 4 de enero de 1952, aconteció su segundo viaje, esta vez lo hizo en compañía de su amigo Alberto Granado y duraría nueves meses. Salieron de la Argentina en una vieja moto marca Norton apodada “La Poderosa”, sin embargo, ya en Chile hubo que dejarla atrás pues no servía. Recorrieron minas, desiertos, ruinas arqueológicas y ciudades. Tomaron conciencia del poder desmedido de las transnacionales y su explotación hacia los trabajadores. En Perú visitaron los leprosarios de Huambo y San Pablo en la Amazonía. En este último punto se embarcaron en una balsa para seguir el curso del Río Amazonas hasta el pequeño pueblo de Leticia y de ahí a Bogotá, Caracas y en avión regresar a Buenos Aires.

Luego de este segundo viaje, Ernesto ha cambiado mucho y reconoció “que este vagar sin rumbo por nuestra mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí”. Tanto ha cambiado, que el 11 de abril de 1953 al graduarse de médico, en la Universidad de Buenos Aires, recibió la propuesta, nada despreciable, de integrase al equipo de trabajo del alergólogo Dr. Pisani y él la rechazó. Siente que su vida no puede atarse a algo, pues quiere conocer el mundo.

El 7 de julio de 1953 inició su tercer viaje y, sin saberlo, el definitivo de su vida, ésta vez acompañado de su amigo Carlos Ferrer. Su itinerario previsto sería Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela y nuevamente Argentina. No obstante, los planes del viaje cambiaron a fines de septiembre, cuando en Guayaquil conoció a otro viajero argentino de nombre Eduardo Paul (Gualo) García, quien lo convenció de continuar rumbo a Guatemala, para conocer de cerca el proceso revolucionario que acontecía en ese país bajo el gobierno de Jacobo Arbenz.

A Costa Rica ingresó el martes 1 de diciembre de 1953, hace sesenta años, con tan sólo 25 años de edad y como parte de un viaje turístico que tenía mucho de búsqueda de un camino que le diera rumbo y sentido a su vida.

Con cinco dólares en el bolsillo cruzó la frontera de Paso Canoas y luego de agotadoras jornadas a pie, en camiones de carga y ferrocarril bananero lograron llegar a Golfito. En el puerto conoció de primera mano el accionar de la compañía bananera y la división en clases que establecieron para el diario funcionamiento de la empresa. Visitaron el hospital y recorrieron hasta donde pudieron algunas fincas bananeras para conocer las plantaciones y las personas que ahí vivían.

En Golfito encontraron a Alfredo Fallas, un residente en la zona, con quien traban amistad y les ayuda con la comida y hospedaje. Luego les entregó una carta de presentación para que un amigo suyo de Puntarenas llamado Juan Calderón Gómez les brindara apoyo para continuar la travesía hacia San José.

El trayecto de Golfito a Puntarenas lo cubrieron por medio del servicio de cabotaje, en un barco de la compañía bananera llamado Río Grande. La travesía en medio de un mar agitado tardó dos días y arribaron al puerto de Puntarenas al atardecer del segundo día. Una vez en tierra firme contactaron a Juan Calderón y éste, por ayudarlos, les suministró 21 colones para los pases del autobús a San José.

En San José buscaron y visitan la embajada de Argentina, ahí logran que les regalen algo de yerba mate, tan necesaria para los gustos y costumbres de los habitantes del cono Sur de América. También hacen gestiones para visitar el Lazareto Las Mercedes ubicado en Tirrases de Curridabat y el Hospital San Juan de Dios. En estos centros de salud fueron atendidos cordialmente por los doctores Arturo Romero López y Alfonso Trejos Willis.

Pero el San José al cual llegan Guevara y García es una capital agitada por la presencia de muchos exiliados del Caribe, que han encontrado en el gobierno de José Figueres Ferrer (1953-1958) un terreno propicio para descansar y elaborar conspiraciones con las cuales derrocar a los gobiernos dictatoriales, que dirigían los destinos de los países de donde procedían. Además, existía en el centro de la ciudad un café que era un hervidero de exiliados. Todo el día pasaba lleno y las conversaciones giraban casi que permanentemente sobre política y futuras revoluciones. Su nombre era la Soda Palace pero para el argot de los expatriados era “La Internacional”. Allí, una tarde fortuita, Ernesto contactó e hizo amistad con dos cubanos miembros del Movimiento 26 de Julio y sobrevivientes de los ataques a los cuarteles militares del Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Eran Calixto García Martínez (futuro Comandante de la Revolución) y Severino Rosell González. Ellos le hablaron de Fidel Castro, de sus ideas y de sus planes, Ernesto escuchó asombrado sus relatos y les indicó que se dirigía a Guatemala.

Con toda seguridad en este mismo café realizó los contactos necesarios para entrevistarse con dos políticos de primer nivel, que se encontraban asilados en Costa Rica. Rómulo Betancourt Bello y Juan Bosch futuros presidentes de Venezuela y República Dominicana, respectivamente. Resulta interesante como un muchacho de 25 años, sin ninguna relevancia política logró ser recibido por estos líderes y departir con ellos sobre política internacional. Guevara posteriormente describió a Bosch como “un literato de ideas claras y de tendencia izquierdista. No hablamos de literatura, simplemente de política”; mientras que de Betancourt expresó “me da la impresión de ser un político con algunas firmes ideas sociales en la cabeza y el resto ondeante y torcible para el lado de las mayores ventajas”.

De igual manera intentó conocer al expresidente costarricense Otilio Ulate Blanco (1949-1953) y al líder comunista Manuel Mora Valverde. Ulate le manifestó que estaba muy ocupado y no podría recibirlo. Por el contrario, Manuel Mora accedió a su solicitud y le dio una amplia y minuciosa explicación sobre la situación política de Costa Rica y los sucesos militares de 1948. De Mora dirá que le impresionó mucho su personalidad y convicciones políticas “es un hombre tranquilo, más que eso pausado, pues tiene una serie de movimientos de tipo tics que indican una gran intranquilidad interior, un dinamismo frenado por el método”.

Ernesto y Gualo García también se apersonaron al Diario de Costa Rica, para que el rotativo les publicara un relato de su viaje y peripecias. El reportaje salió en el periódico del día viernes 11 de diciembre de 1953 y entre otras cosas apuntaba, que Gualo era un estudiante de derecho y Ernesto un médico interesado en contactarse con especialistas en la enfermedad de la lepra. Expresaban que su viaje tenía por finalidad ampliar el ámbito de su cultura general y estudiar la problemática que afectaba a los países indoamericanos. Hacían una valoración del proceso de transformación política, que estaba viviendo en esos momentos Bolivia y finalmente indicaban que salieron de la Argentina en enero (en realidad fue en julio) y que en un año de viaje habían ya gastado la suma de mil dólares.

Un día antes de la aparición del reportaje periodístico le había enviado una carta a su tía Beatriz en Buenos Aires. En ella le contó los últimos incidentes del viaje y le expresó que “en Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico”. Con ello quiso dejar claro que el joven Ernesto ha dejado de ser un rebelde sin causa y que tiene muy claro el norte de su vida. Además, reconoció implícitamente que ha optado por una visión política y transformadora de la realidad social.

Para enrumbarse hacia la frontera con Nicaragua tomaron un autobús que los llevó de San José a Alajuela y de ahí a Liberia viajaron en autoestop. Su apreciación de Liberia fue el de un “pueblito infame y ventoso” como los de la provincia de Santiago del Estero. El trayecto de Liberia a Peñas Blancas lo realizaron con múltiples dificultades, una parte en jeep, otra caminando, luego en autoestop hasta La Cruz y finalmente después de vadear varios ríos lograron llegar a la frontera el lunes 21 de diciembre.

El día 24 de diciembre han conseguido entrar a Guatemala, permaneció en ese país por espacio de diez meses, hasta septiembre de 1954, cuando después del derrocamiento del presidente constitucional Jacobo Arbenz; se vio obligado a exiliarse en México. Para aquel momento ya era un revolucionario convencido, nada más le faltaría reencontrarse con sus amigos cubanos en la ciudad de México, conocer a Fidel Castro y convertirse en el CHE.

Alberto Granado su amigo de juventud años después diría “los que gozamos de su amistad y pudimos palpar su capacidad moral e intelectual, por encima de la media de la humanidad, tenemos que tener presente siempre, que este gran amigo es sólo un hombre y solamente un hombre y no un ser mitológico”.

Articulo: Carlos Ml. Zamora Hernández                                                                                                    Correo: cmzh08@yahoo.es
Fuente: Diario Extra (2013)                                                                              http://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/219722/hace-60-anos-el-che-visito-costa-rica