jueves, 30 de mayo de 2013

Capriles en Colombia: sionismo y santanderismo contra Venezuela


Muy mala cosa se trama contra Venezuela. Bogotá es el centro de operaciones de una conspiración transnacional para poner de rodillas la Revolución Bolivariana.

Esta es una realidad que hemos denunciado muchas veces sin ser escuchados. 

En 2001 denuncié que en Cartagena se planificó el Golpe de Estado contra Chávez, y nadie me paró. Sufro cotidianamente la enorme angustia patriótica de ver cómo nos carcomen enemigos externos con complicidad de corruptos criollos, sin que una dirección revolucionaria tome las acciones debidas.

La alianza de Capriles con la oligarquía neogranadina es absolutamente lógica y está tutelada por el Departamento de Estado y el Pentágono, que tienen en Colombia una cabeza de playa contra la unidad latinoamericana. Allí está de muestra la reunión en Cali de una presunta “Alianza del Pacífico” que reaviva el ALCA.

Juan Manuel Santos, durante su campaña electoral, afirmó en una asamblea empresarial, al referirse a la relación con Venezuela: “ese mercado será nuestro”.

Por su parte Capriles, en su obsesión presidencial, ofreció al capital colombiano que lo financió en 2012 y 2013, que les daría participación directa en el negocio petrolero, con opción de poseer acciones en una privatizada PDVSA.

Este es el asunto que está detrás de las frecuentes visitas de lacayos opositores al vecino país; están recibiendo dinero del narcotráfico paramilitar a cambio de entregar nuestra soberanía al santanderismo antibolivariano.

En el pasado mes de abril se vieron algunos pasear por las tarimas del Festival Vallenato de Valledupar, escoltados por matones consagrados del paramilitarismo que reina en esos predios. Es la misma gente que en Perijá mata luchadores indígenas.

Quienes reducen estas relaciones a una fulanas asesorías de imagen y campañas deformadoras de opinión, se quedan muy cortos; esta alianza lleva el sello de una fuerza macabra que actúa en Colombia desde hace décadas, haciendo negocios sucios, traficando armas, tecnologías terroristas y desestabilización regional.
El sionismo internacional es quien dicta los lineamientos. 

Capriles es una ficha de ellos, una construcción mediática, un político sin méritos, pero con ambiciones patológicas.

Lo que más apena es que las torpezas y blandenguerías en nuestro campo bolivariano, hayan permitido la germinación de esta plaga.

La corrupción de funcionarios civiles y uniformados ha puesto nuestras fronteras al servicio del plan santanderista. 

Nuestra gasolina, nuestros bienes de consumo subsidiados y hasta nuestras licencias de importación de alimentos, se venden en Cúcuta o Maicao descaradamente; como años atrás se vendieron los ochenta mil carros robados en Venezuela.

“Por allí se va la Patria”, dice el estribillo de una gaita zuliana. Nosotros decimos que así se expone a riesgos injustificados, no sólo la sobrevivencia de la Revolución Bolivariana, si no, incluso, la existencia de un país soberano llamado Venezuela.


Artículo: Ildefonso Finol   
Fuente: Prensa CBSCR