“Te amo mucho hija, me siento bien al tenerte” escribió
Niumar Sanclemente en su perfil personal de Facebook el pasado 22 de diciembre.
Agregó al texto la foto de una bebé en su cochecito con un cintillo rosado y
lazo amarillo enmarcado su cabecita. Al lado un “selfie” donde se le ve con el
uniforme de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), el componente de la fuerza
armada de Venezuela que tiene las principales responsabilidades en el
mantenimiento de la paz y el orden interno.
Unos días antes había publicado otras fotos de la pequeña,
incluyendo una donde se le ve en ropa de casa cargándola y sonriendo. Era una
forma de presentarla en público y así lo dijo. Pero también expresó su
sentimiento por lo que implicaba su trabajo como sargento de la Guardia:
“Desaparecido como siempre solo un tiempo pero aquí estoy de nuevo”.
Así se lo imponía su compromiso como guardia nacional
bolivariano. No era un trabajo como cualquier otro, donde se regresa cada día a
casa luego de la jornada. Seguramente eso lo motivaba a preguntarse, como lo
hacía en septiembre, unos meses antes, “si estuvo bien haber escogido esto”.
Todo indica, sin embargo, que la llegada de la bebé y estar
disfrutando un asueto navideño, le hizo olvidar esa preocupación o ponerla de
lado. Frases como “trabajo a la mano de Dios” o “a la voluntad de Dios,
indicaban que Sanclemente, a sus 28 años, tenía claro ese panorama.
El hecho cierto es que la noche del 19 de abril la muerte
sorprendió a Niumar, aunque evidentemente no lo llegó de “la mano de Dios” sino de la de un hombre que le disparó
mientras actuaba en el control de una supuesta manifestación política en la
ciudad de San Antonio de Los Altos, un suburbio de clase media ubicado a unos
15 kilómetros de Caracas, la capital venezolana.
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Niumar Sanclemente
Sargento Niumar Sanclemente, asesinado
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El sargento se encontraba sobre un puente o elevado cuando
un proyectil lo alcanzó en el rostro. Fue suficiente para arrebatarle la vida.
A su lado, herido en una pierna, cayó el coronel Juan Carlos Arias Méndez. Casi
simultáneamente un vehículo antimotin del mismo componente fue atacado con
bombas incendiarias que permitieron mostrarlo en redes sociales y en
la web como si efectivamente se estuviera quemando.
Aquelarre digital
Ambos hechos (el asesinato y el supuesto incendio) fueron
celebrados por partidarios de los atacantes y activistas antichavistas en
twitter y en facebook. No sólo justificaban el crimen con el argumento de
homologarlo a un acto de guerra, sino que lo festejaban en un plano personal.
En una especie de aquelarre digital fue posible ver como
señores con cara de respetables padres de familia, señoras con aspecto de
amantísimas amas de casa, asi como dulces niñas y adolescentes expresaban sin
pudor ni temor su felicidad por el asesinato. Además lo mostraban como ejemplo
para que en otras ciudades se hiciera lo mismo.
Incluso cuando poco despues se divulgaron fotos del sargento
Sanclemente y se supo que era padre de una bebé, lo que hizo recordar que era
humano, muchos exhortaron a quienes comenzaron a cuestionarse el crimen a
recordar que sin duda era una técnica de propaganda y desmoralización usada por
el “regimen”. Y afirmaron que eso estaba bien para que los demás
entendieran que lo mismo podía pasarles
si seguían defendiendo la “dictadura”.
Balas, fuego, piedras
Pero el asesinato de Niumar no fue un hecho aislado,
limitado geográficamente o producto de alguna actuación individual. Desde ese
día, 19 de abril, hasta la segunda semana de mayo, más de 70, sí, setenta,
guardias ha resultado heridos. La mayoria por piedras y objetos contudentes,
pero llama la atención que al menos 12 fueron alcanzados por proyectiles
disparados con armas de fuego, lo que indica nítidamente que no se enfrentan a
indefensos manifestantes pacíficos que agitan sus manitas desarmadas.
En cuanto a la dispersión geográfica de los lesionados vale
anotar que 25 casos ocurrieron en el Área Metropolitana de Caracas (Capital y
Miranda), 17 en Falcón y 15 en Barinas (concentrados en Socopó, en el eje
andino).
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En Altamira robaron y quemaron moto de la GNB |
Paradójicamente, mientras se evidencia con los hechos,
testimonios y registros audiovisuales el uso de armas de fuego, los efectivos
de la Guardia van desarmados a las actividades de control del orden público, no
utiliza dispositivos que puedan ser letales y sólo emplean gases lacrimógenos
autorizados por las regulaciones internacionales en la materia, según lo
explicó el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino López , entrevistado
por la cadena rusa RT.
Asimismo el presidente Nicolás Maduro prohibió en uso de
perdigones plásticos, según lo informó el vicepresidente del área social, Elías
Jaua el 6 de mayo.
Los resultados de esas medidas, asi como de la experticia de
la GNB en el control de manifestaciones, se han visto en la mínima cantidad de
víctimas: solo un efectivo ha sido asesinado (sin duda, lamentable) y la
Guardia es investigada por el caso de la muerte de un sólo manifestante,
Gruseny Canelón, en Barquisimeto.
En contrapartida, durante la anterior explosión de violencia
fascista, La Salida en 2014, fueron asesinados al menos seis efectivos
militares, incluyendo dos oficiales, y el componente se vió involucrado en la
muerte de dos personas.
Paradójicamente, mientras por el crimen de Sanclemente aún
no hay detenidos, por la muerte de Canelón el Ministerio Público ordenó la
privativa de libertad para 14 militares. En los casos de 2014 la actuación jurisdiccional ha sido contundente para
sancionar a los uniformados (hay varias condenas ya), mientras que la
persecusión de los victimarios de los guardias apenas ha logrado la captura de
dos jovenes que actuaron en el homicidio del capitán Ramzor Bracho, en
Valencia.
Fascismo contra la GNB
Pese a estos datos que dan cuenta de la actuacion quirurgica
y profesional, la GNB se ha convertido en el objetivo mediático de la conspiración. Aunque no haya estado
actuando en las locaciones casi todas las muertes de civiles son atribuidas por
los grupos, voceros y medios de oposición al componente militar.
Tres casos emblemáticos de fallecimientos en Caracas, los de
Juan Pablo Pernalete (Altamira), Andrés Cañizales y Miguel Castillo (Las
Mercedes), fueron atribuidos automáticamente a la acción de la GNB, incluso con
alegatos tan fantasiosos como disparos horizontales de dispositivos de gases
lacrimógenos.
Paradójicamente en los tres casos no hay ni siquiera una
narrativa de la supuesta acción de los militares en cada evento, y por el
contrario todos los elementos indican que trató de asesinatos programados o al
menos por “fuego amigo”.
Es decir, una primera conclusión apunta a la existencia de
un plan para liquidar física y moralmente al componente militar. Y en lo moral
y emocional por dos vías: por una parte debilitando la disciplina de combate y
el espiritu de cuerpo, y por la otra criminalizando la actuación legítima y
ajustada a la ley de la institución.
¿Cuál es el objetivo de esto? Sencillamente eliminar la principal barrera
de defensa de la ofensiva que, como parte de la guerra de cuarta generación,
los factores de poder mundial y la burguesia venezolana, aliada con el capital
transnacional, han emprendido contra la nación.
El modelo de conflicto está anclado en la activación de
fuerzas beligerantes no tradicionales, conformadas por civiles con
adiestramiento de combate, pero que combinan roles y formas de lucha. Pueden
actuar como activistas políticos o sociales, que protestan pacíficamente,
influenciadores de la agenda pública que inciden en lo cultural y lo simbólico,
o como “combatientes” urbanos que ejercen
diversos grados de violencia para imponer el caos y la ingobernabilidad.
Un plan macabro
En este momento, sólo la GNB por su experiencia, formación y
disciplina tiene la capacidad y la flexibilidad para adaptarse a ese ejército
de ocupación interna o a ese “soldado-masa” en que los aspectos
psico-emocionales de la ofensiva imperial han convertido a una parte
minoritaria, pero no por ello despreciable, de nuestra población.
Liquidar en lo moral (y de ese modo en lo concreto) a la
Guardia, es una condición imprescindible para la siguiente fase del plan
insurreccional contra Venezuela, que es
la confrontacion apocalíptca con los componentes tradicionales, orientados a la
defensa ante los enemigos externos de la Nación, como el Ejército, la Armada y
la Aviación.
Ya han hecho los ensayos, como ocurrió con los saqueos de El
Valle el 20 y 21 de abril, que incluyó un ataque controlado a una de las
alcabalas de Fuerte Tiuna y eventualmente un intento de ocupación “civil” del
complejo militar. Y más recientemente con el pretendido asalto de
“manifestantes pacíficos” a la base aérea Miranda, en La Carlota.
Artículo: Victor Hugo Mjano/Cuatro F
Fuente: La Tabla
http://www.latabla.com
Artículo: Victor Hugo Mjano/Cuatro F
Fuente: La Tabla
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Que nadie se equivoque.