Una vez, en mis tiempos de reportero de
sucesos, cubrí la captura de una caravana entera de contrabandistas en una
acción que ejecutó la entonces Dirección de Servicios de Inteligencia y
Prevención (Disip).
La operación -si mal no
recuerdo- se llamó “Tren de Media Noche” y el grupo de camiones detenidos fue
llevado a la sede de la denominada policía política que estaba al final de la
avenida el Milagro, al noroeste de Maracaibo. Siempre hago este comentario a
mis amigos cuando hablamos de la situación del contrabando, porque me pareció
un procedimiento sumamente sencillo que arrojó resultados impresionantes, pero
como cosa curiosa este tipo de actividad no se ejecutó más, al menos, que yo
tenga conocimiento.
Las causas por las que dijeron que no se
volvió a efectuar un plan similar no me constan, pero en su momento surgieron
comentarios según la cual, la gente que llamaba reclamando la mercancía
retenida al parecer ponía de carrerita a los uniformados actuantes, casi que se
iban de espaldas como Condorito… pero bueno, a lo que iba...
Se que el contrabando es un
problema complejo tanto que se ha hecho un modo de vida en los municipios
frontrerizos, sin embargo, aún así creo
que desde el punto de vista policial es posible minimizarlo en función de
controlar el descaro de traficantes inescrupulosos llevándose los alimentos y la gasolina de
Maracaibo a Maicao, Colombia, como Pedro por su casa.
La operación “Tren de Media
Noche” consistió –si la memoria no me falla, pues hablo de unos 15 años atrás-
en colocar puntos con efectivos de organismos
diferentes a los que ocupan los
tradicionales puestos de control fronterizos de la guardia y de la policía, en
tramos de carretera que están entre alcabala y alcabala.
Jugar un poco con lo que los mismos
efectivos llaman el factor sorpresa. Un contrabandista que pase una alcabala
podría pensar que superó un escollo y seguir felizmente a la frontera confiado
y he allí cuando podría actuar un grupo con instrucciones precisas, colocado
antes o después de ese puesto de control, donde nadie se podría imaginar que se
va a encontrar una patrulla dispuesta a cumplir la ley.
Pienso que los funcionarios
deben apostarse en sitios estratégicos de la vía de manera camuflada, no con
todo ese aparataje y parafernalia que generalmente usan y que en lugar de
facilitar la captura de los cacos y granujas, les permite a la distancia huir y
evadir la justicia. Recuerden que esas caravanas de pillos generalmente
utilizan “moscas”: camionetas que van delante de los camiones con la mercancía
ilegal “cantando la zona”, es decir,
viendo a ver si hay o no uniformados en la vía que puedan detenerlos. De
allí creo que los efectivos de alguna forma deben estar simulados a fin de que
tales “moscas” no los reconozcan.
En mi criterio los agentes
encargados de la operación deben ser seleccionados con pinza, porque se
requieren hombres de comprobada honestidad y lealtad que dependan directamente del Gobernador. Las
acciones han de coordinarse en estricta reserva, para que no haya fuga de
información que alerte a los mercaderes
del hambre.
No veo nada complejo en lo que
planteo y que observé fue el éxito en la operación “Tren de Media Noche”. El
modus operandi de los comerciantes ilegales aquí en Zulia lo saben hasta los
Boy Scouts. Solo es cuestión de “meterle el pecho” al asunto y aplicar los
castigos de rigor.
Aplaudimos en ese sentido el
dispositivo antibachaqueo aplicado por el gobernador Arias Cárdenas que es
evidente va más allá de lo netamente policial, apoyamos, sobre todo, las
acciones ejecutadas en los mercados Playitas y Las Pulgas, donde negociantes
perversos desangran al país llevándose para Colombia de madrugada, la harina,
el arroz, el azúcar, el papel higiénico, el aceite, la leche, a costa de la
revolución cuyo objetivo fundamental es garantizar la comida a la gente que
después no la encuentra en los mercados locales. Y para que más nos duela, se la llevan o se
la llevaban en las narices de los cuerpos de seguridad y del pueblo mismo.
Hay que sumarse entonces a las
acciones en contra de los especuladores que coordina el Gobierno regional el
cual hace un duro esfuerzo para frenar en toda su dimensión la situación que se
hizo insostenible en la región, pero, en función del éxito del plan, es bueno
advertir primero, que el dispositivo se mantengan en el tiempo y no se paralice
nunca; segundo, que no se pierda de vista la corrupción de los cuerpos
uniformados porque, parafraseando a Gabriel García Márquez, la matraca en las
alcabalas ha sido la crónica de un contrabando anunciado en Zulia y en el resto
de los estados fronterizos de Venezuela.
Artículo: Alberto Morán
Fuente: Círculos Bolivarianos Socialistas