En este momento intento encontrar palabras que no
tengo. La vida salta ante mis ojos con
la presencia de la otra parte: la eternidad.
Siempre me ha costado mucho expresarme ante la muerte de cualquiera de
mis seres queridos en forma inmediata. Y
el caso de nuestro querido Hugo Rafael no escapa a ese mar de turbulencias
donde no puedo aceptar, no logro aceptar, me resisto a aceptar su partida
física. Es que ni siquiera pienso que se
ha ido. Cuando murió mi padre, mi luto
tardío fue de seis años. Luego cuando partieron todos mis viejos, los años me
devolvieron las palabras, que a decir de Coral Pérez, son deudas de amor.
Estas líneas son una carta.
Cuando la escribo pienso en Eduardo Gasca, en Angélica LLovera, en
Esmeralda Torres, en Carolina Alvarez, en Annie Pereira, en Marcos Veroes, en
Ana María Oviedo, en Leonardo y Federico Ruiz, en Miguel Antonio Guevara, en
Wafi Salih, en Henry Colmenares, en Germán Salazar, en Miguel Márquez, en
William Osuna, en Alejandro Silva, en Andrés Mejía, en José Gregorio Vilchez
Morán, en mi recién inaugurada amistad con Cósimo Mandrillo. En Dimitra, en Kaoru, en Sonia, en Josefina
Rivero, en José Piña... En tanta gente hermosa que ha escrito desde sus
corazones cosas que he leído. En Teresa...
En todos los amigos que amo profundamente y pienso y siento mios.
A mi, el dolor, me da por la mudez. Levanto las piedras y las flores y no consigo
las palabras. Así que cuando pienso en
el Comandante Chávez me entra al corazón un momento de reclamo, de rabia, de
impotencia porque tenía todas las esperanzas en que continuaría con vida aunque
no siguiera siendo presidente. Que
cuidaría su salud, que estaría con su familia, que de vez en cuando nos daría
su sonrisa y su palabra desde cualquier lugar de Barinas, pero también entiendo
que era demasiado grande para ese cuerpo físico y que el imperio tiene sus
armas letales para acabar con la alegría de los pueblos. La contrariedad no es con él es con la
situación que ahora nos plantea desde ese otro plano donde no puedo verlo, es
conmigo por esta terquedad tan seca.
¿Cómo no amarlo si nos dio toda su alma? Lo admiro y me
pregunto ¿Cómo hacía para recordar los nombres de las personas? ¿ Cómo hacía
para llamarnos y darnos su palabra de aliento ante la culminación de una tarea
electoral? ¿Cómo se enteraba de todo lo que sucedía: de la gente que sufría, de
quienes no eran atendidos, de quienes necesitaban de su apoyo? Era demasiado gigante en su memoria, en su
amor para el pueblo, en su reconocimiento y en la confianza a todo lo habido
sobre la tierra de nuestra Patria.
Nos abrió el camino de la desconolonización, de la
multiplicación del conocimiento dándole poder a la gente: el poder del pensar,
de ser consciente de sí misma, de ser conscientes que los esclavos no pueden
defender a los amos- Abrió el mapa de
los discursos secuestrados, nos entregó los libros, nos hizo subir donde las
élites tenían zapatos grandes para pisar a los pequeños seres que éramos los
mudos o enmudecidos de siempre, los que estuvimos en algún momento contra la
pared, los que asistimos a los saqueos y luego fuimos sometidos, golpeados y
vejados por la represión sin escrùpulos y sin vergûenza que mientras
ametrallaba al pueblo salìa sonriente por la tele diciendo que todo estaba
bien.
¿Cómo no considerar a Hugo Rafael parte de nuestra familia?
Fue un hermano mayor, fue el hombre de todos los detalles, el de las canciones,
el de la palabra dura y certera, el sincero... ¿ Cómo no amar su sinceridad y
su entrega? Como olvidar el misterio de sus ojos y esa energía que traspiraba y
abrazaba a millones con su sola presencia.
¿Cómo puedo escribir sensatamente si tengo tanto dolor y a
la vez tanta rabia?
Amigos míos: No tengo palabras para decir lo que todos
ustedes ya han expresado, mejor que yo, más acertadamente que yo... Un todo junto de todos los dolores juntos, de
toda la lucha junta, de todo nuestro compromiso con la Patria que nos exije la
presencia, la permanencia, la entrega, la ferviente actitud de quienes estamos
rodilla en tierra.
¿Qué mas puedo escribirles? No puedo ni siquiera leer esto
en público. Yo no soy como Carola, ella
ya no llora pero yo sigo con este llanto que no se me acaba. Me da rabia porque no sé porque lloro tanto y
porqué no puedo escribir nada. Pero el momento es importante, es determinante
en el sentido de darle voz a nuestro compromiso revolucionario: sólo quiero decir, expresar lo que todos
sentimos: "Chávez, mi amor, te lo juro: yo voto por Maduro"
Rodilla en tierra
Viviremos, venceremos y seremos Patria Socialista hasta la
victoria siempre.
Artículo: Ingrid Chicote
Fuente: Prensa CBSCR