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Un programa político compromete a
partidarios y adversarios. En La lengua de la demagogia analicé las agendas que
nos proponían a los venezolanos, desde el Rómulo Gallegos que en los ensayos de
Alborada (1909) afirmaba que “exótica, o mejor dicho extranjera, ha de ser
nuestra cultura”, hasta el Betancourt que en el “Plan de Barranquilla” (1931)
agotaba la quincalla verbal seudo marxista para quedarse en “la revisión de los
contratos y concesiones celebradas por la nación con el capitalismo nacional y
extranjero”. Desde el Lusinchi que en “Un pacto para la democracia social”
(1983) sólo enumeraba dádivas sin explicar quién ni cómo los proporcionaría,
hasta el Carlos Andrés Pérez que en “Acción de gobierno para una Venezuela
Moderna” (1988) llamaba “flexibilización de las tasas de interés” al alza, y
“participación de la inversión extranjera” a la privatización de la industria
petrolera.
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Esta ideología del según vaya viniendo
iremos viendo alcanzó su apoteosis en el opositor “Consenso País”(julio 2004),
que llamaba “abaratamiento de los costos sociales de la gestión productiva” a
la eliminación de todo derecho laboral y a la privatización de PDVSA “oferta
pública de acciones”. Eran redactados para iletrados, que no los leían, o para
analfabetos funcionales, que no los entendían. Para convencerlos los asesores
gringos David Garth y Joe Napolitan elaboraban jingles y consignas tan
profundas como el “Luis Herrera arregla esto” o “El Gocho para el 88”. A tales
ofertas, tales gobiernos.
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Pero en Venezuela se acabó el
analfabetismo. Uno de cada tres compatriotas estudia, dos millones y medio
cursan Educación Superior, más de la mitad de la población lee libros. Ahora el
elector examina objetivos, medios, recursos. Nuestro voto ya no se compra con
jingles. Necesita la muestra de respeto del argumento. ¿Dónde los encontrará
mejores que en la “Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez
Frías para la gestión Bolivariana Socialista 2013-2019”?
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Propuesta primera, Defender la
Independencia, vale decir, la Soberanía, el derecho a darnos leyes, aplicarlas
y sentenciar sobre su aplicación, sin el cual no seríamos República sino
Colonia. En la última década nos libramos de la sujeción a Cortes y Árbitros
foráneos; en la próxima sacudiremos otras servidumbres. Propuesta segunda,
Continuar construyendo el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. El capitalismo
colapsa y sobrevive saqueando y destruyendo países. No tenemos más opción que
construir, culminar y perfeccionar nuestro socialismo incipiente.
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La Historia muestra que todo
socialismo ha sido víctima de la agresión externa y del sabotaje interno. No
subsistiremos sin la Propuesta tercera, Convertir a Venezuela en potencia
social, económica y política dentro de la Gran Potencia de América Latina y el
Caribe. Toda revolución requiere de la solidaridad revolucionaria. Con ella
Nuestra América puede encontrar su sitio en el mundo como gran potencia
emergente, no para oprimir, sino para convivir. Latinoamericanos y caribeños
tenemos el territorio, los recursos, la población, la formación técnica y
científica para lograrlo. Pero sólo ocurrirá si contribuimos con la Cuarta
propuesta, Crear una Nueva Geopolítica Multipolar y Pluripolar. Si un solo país
saquea y destruye a los restantes, el mundo está condenado.
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Las Propuestas anteriores posibilitan
la quinta, Preservar la vida en el planeta y salvar la especie humana, sin la
cual nada tiene sentido. El Capitalismo Salvaje de los gases de invernadero y
de la inmolación de todo al mayor lucro a corto plazo, lleva a la Ecología de
la Ruina. Hugo Chávez Frías me honra incorporando algunas de mis
recomendaciones ambientalistas en esta Quinta propuesta, que es en alguna forma
la primera. Es quizá el único programa político en el mundo que atribuye tal
importancia a la cuestión ecológica, y que dirige todas las respuestas Y
acciones a ella. Salvar el planeta es salvarse. El pensamiento que no es
totalizante es ciego.
Artículo: Luis Britto García
Fuente: luisbrittogracia blog