La humanidad está amenazada por dos de sus mayores
temores: 1º explosión atómica, que luce inevitable en la planta japonesa de Fukushima;
2º guerra mundial, que amenaza con dar
inicio en Oriente Próximo, a partir del ataque anunciado por Obama y sus
aliados contra Siria, que será también e inevitable contra Irán.
1º. Expertos advierten que una explosión nuclear
en la planta de Tepco, filial japonesa de la estadounidense General Electric,
sería de 50 a 100 veces la magnitud de la explosión en Chernóbil; tal explosión
obscurecería durante horas al planeta, la penumbra duraría días y, al enfriar la
superficie terrestre y los océanos, ocasionaría graves daños a la población y a
las cosechas. Otros fenómenos naturales, como tsunamis, especialmente en el Océano
Pacífico, erupciones, nuevos volcanes y terremotos, afectarían al planeta.
Conmueve pensar en la pesadilla de tal amenaza para la
población japonesa, que la obligaría a abandonar su territorio, sin esperanza
de regreso. Para el Gobierno Bolivariano debe ser motivo para analizar con sus
diplomáticos una pronta y segura evacuación, para ellos y para otros
venezolanos localizados en Japón, una
operación bajo riesgo para la navegación marítima o aérea y bajo presión por la
contaminación radioactiva.
La amenaza es motivo también para adoptar medidas que
minimicen los efectos de bajas temperaturas en la población venezolana y ahondar
en el sistema venezolano de salud, producción de medicinas y capacidad de reacción
científica y asistencial frente a la aparición de problemas, como consecuencias
de esta amenaza de grandes proporciones y efectos sobre la vida en el planeta.
Otro aspecto a considerar sería un eventual apoyo de la nación venezolana a la japonesa,
bajo tales circunstancias.
2º. El inicio de una guerra mundial afectará directamente
a Venezuela, pues somos la tercera nación inmediatamente amenazada por el
imperio y sus aliados. Luego de la decisión adoptada por Obama ayer 31 de
agosto, la Revolución debe afirmar su preparación, para derrotar a la agresión
del imperio y sus lacayos, que tendrá como objetivo fundamental el asesinato de
nuestro Presidente y que deberá enfrentar enormes dificultades por la brevedad,
el apremio y el sigilo que tal asesinato exigen.
Maduro debe confiar en Dios y tratar esta amenaza con
los hermanos de Unasur, del Alba y nuestros aliados rusos, chinos e iraníes; simultáneamente
debe adoptar medidas extremas, para enfrentar la invasión de mercenarios
paramilitares, tropas especiales estadounidenses con la misión de asesinarle y sus
tropas regulares y las de algún país europeo, que intentarán apoderarse de nuestros
campos petroleros.
Artículo: Rafael Flores
Capitán de altura y productor agrícola
Fuente: CBSCR